Vol. 14 Núm. 2 (14): Revista de Filosofía Iberoamericana

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                                                                ¿HACIA DÓNDE VA LA FILOSOFÍA
                                                          LATINOAMERICANA CONTEMPORÁNEA?


¿Existe filosofía después de Dussel? ¿Nuestros santos patronos de la filosofía latinoamericana tienen futuro? Más allá del necesario reconocimiento de nuestros mayores filósofos latinoamericanos está también pensar hacia dónde va la filosofía nuestra. Sabemos del inmenso esfuerzo por que la filosofía hecho, gestionada, difundida en la región sea valorada y considerada como interlocutora válida para todo tipo de negociaciones discursivas. Eso aún está en camino. Es evidente que se ha tenido que quebrar varios prejuicios para lograr un posicionamiento adecuado y capaz de plantear su propia agenda intelectual. De ese modo, hemos ido disolviendo los patrones de lectura eurocéntricos y poco críticos. Incluso, aquello que implicaba un quiebre de las metodologías de aprehensión del discurrir conceptual. Esto significa que se ha desarrollado mucho en romper los síndromes coloniales, aunque todavía no es suficiente. Existen sectores académicos que controlan y diseñan los sistemas de creencias. Incluso aupados por modelos aparentemente progresistas. Nada hay más eurocéntrico (entendida como un concepto imperial) que anhelar la modernidad europea. Eso incluye el copamiento de los departamentos
universitarios en Estados Unidos, con fuentes de financiamiento elefantiásicas, que se convierten en centros de poder y trazan la hermenéutica vencedora. Es decir, mantenernos siempre como objetos de estudio.


Sin embargo, los pasos dados a la fecha puedan dar fe de resultados importantes. Nuestros debates han originado corpus textuales claves y que se han interiorizado en las diversas dimensiones académicas. Es verdad que es apenas el comienzo. Estamos saliendo con incansable esfuerzo de nuestras ataduras conceptuales, de nuestros complejos reflexivos, de nuestro temeroso inicio como comunidad filosófica.

Es por eso que se requiere debatir hacia dónde va nuestro filosofar. Qué sigue después de Aníbal Quijano, de Enrique Dussel de Augusto Salazar Bondy, de Arturo Roig, de Francisco Miró Quesada. Esos maestros han puesto su cuota, su energía apreciable. Va para esos maestros la gratitud. Pero más allá de ese noble sentimiento qué más hacemos. Latinoamérica sigue un continente de inmensas desigualdades, de inequidades crueles, con hegemonía de gobiernos corruptos. La pobreza sigue extendiéndose. Entonces ¿cuál es el camino del filósofo latinoamericano? ¿Qué agenda es la que debemos enarbolar?
Es posible que necesitemos debates sobre la urgencia de pensar también la cotidianeidad, las escenas de la calle, los asuntos familiares, la vida íntima desde la óptica latinoamericanista. Quisiéramos una filosofía popular, cercana, que vincule los problemas cotidianos, que nos hable desde y con nosotros.

Rubén Quiroz Avila
Director

Publicado: 2025-07-31

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