Vol. 5 Núm. 5 (5): Revista de Filosofía Iberoamericana

La reflexión filosófica sigue siendo una manera de ejercer nuestra autonomía como individuos insertos inevitablemente en un modelo cultural que es vehemente, contradictorio y que contiene aún elementos intactos de sujeción discursiva. No pensamos en el aire sino relacionados y comprometidos con formas de convivencia yuxtapuestas y muchas veces antagónicas. Pensar desde el Perú tiene su propio horizonte de sentido, ergo, una agenda de pensamiento que nos corresponde presentar.
Nuestro canon filosófico debe responder a nuestras hojas de ruta culturales, al fin y al cabo confecciones de historia que procuran incluir cada vez más esferas que ayuden a una mayor comprensión de nosotros mismos. Es por eso que relatar los procesos en los que estamos inmersos requiere atender a los instrumentos teóricos y metodológicos que hagan posible la detección de un escenario conceptual mayor. Para ello es clave atender las experiencias discursivas hechas como sujetos culturales copartícipes
y realmente protagónicos. Ello nos procurará mayores elementos de las proyecciones y actividades a las que se ha sometido históricamente nuestra comunidad nacional.
Por ello, SOLAR desarrolla proyectos de investigación que intentan rastrear las tendencias de la discusión filosófica peruana, catalogándolas, sistematizándolas, creando condiciones para configurar una serie de
prácticas dialógicas relevantes y permanentes. Proponemos una plataforma de vínculos mínimos entre nuestra comunidad, aun fragmentada, que apenas dialoga entre sí, y que cuando lo hace es de manera azarosa o, ciertamente, de modo veces inexistente. Además, en nuestro país persiste una concepción
jerárquica del logos, es decir, hay grupos de poder cultural que suponen que son sujetos privilegiados y se han apropiado del conocimiento. Lo que ellos producen, al tener también hegemonía económica e institucional, se entiende per se como lo único aceptado epistemológicamente. Excluyen toda
propuesta que no salga de su círculo de poder. También periferizan bajo un consenso tácito de colonialidad, autovalidándose con su asociación por la supremacía del saber. Es decir, reproducen en el país representaciones de predominio y exclusión. Esta razón monopólica está instalada en algunas universidades; desde allí operan por el control del corpus de reflexión filosófica.
Sin embargo, el nivel de investigación hasta ahora adquirido respecto a nuestra fabricación filosófica ofrece indicios razonables y persuasivos de un nuevo y saludable corpus de filosofía peruana. A eso apunta el presente número de nuestra revista. El debate así territorializado despliega un conjunto de exploraciones e incisiones sobre una zona que se reordena y es contraria a la homogenización de pensamiento.
Finalmente, es imprescindible agradecer a Juan Sánchez y Carlos Lomparte, representantes del Centro Cultural de España en Lima, y con ellos a la Agencia Española de Cooperación Internacional. También a la Universidad Científica del Sur, a su Presidente José Carlos Dextre y al Rector Agustín Iza.
Rubén Quiroz Ávila
Puerto del Callao